Iñigo Romón Alonso
Servicio de Trasfusión. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
Santander.

La Hemovigilancia (HV) entendida como la comunicación, descripción y estudio de los efectos adversos de la trasfusión ha sido clave para el desarrollo de la medicina actual. En su inicio, fue de importancia capital para que Landsteiner describiera los grupos sanguíneos. Posteriormente, el estudio de las reacciones febriles post transfusionales llevó al descubrimiento de los anticuerpos leucocitarios, que a su vez conducirían al descubrimiento del HLA. Ambos hallazgos merecieron el Premio Nobel de Medicina. El estudio de las moléculas que conforman los grupos sanguíneos permitió el profundizar en el conocimiento de las estructuras de la membrana eritrocitaria (aquaporina, transportadores de urea…), por las que el Dr. Peter Agre también recibió el Nobel.  
Otros hallazgos debidos a la HV son el descubrimiento de las enfermedades transmisibles por vía sanguínea (desde la sífilis al VIH, pasando por las hepatitis B y C) y la descripción de la sobrecarga hídrica asociada a la trasfusión (TACO), la lesión pulmonar post transfusional (TRALI), la enfermedad de injerto contra huésped transfusional y la púrpura post transfusional. Todos ellos responden a sofisticados mecanismos biológicos que precisaron décadas de investigación básica y permitieron mejorar el conocimiento de los mecanismos de daño inmune. El estudio de los errores transfusionales llevó a definir conceptos de seguridad clínica basados en la prevención del error humano, extensibles a toda a asistencia sanitaria.  
Todos estos descubrimientos han conllevado importantes desarrollos tecnológicos, desde la automatización de los estudios inmunohematológicos al empleo de códigos de barras para mantener la trazabilidad y seguridad a lo largo de todos los procesos asistenciales.