Dr. Amador Martín Recio
Director Técnico del Centro Canario de Transfusión (ICHH)


El pasado 26 de febrero falleció mi compañera Mª Dolores Ruiz, Loli, , tras una larga enfermedad. ¿Qué puedo decir de una amiga con la que estuve trabajando veinticinco años?

Loli nació en Burgos, un 14 de junio, todo un indicador de su destino. La vida le llevó a estudiar Farmacia en Pamplona, en la Universidad de Navarra. Allí conoció al que sería su marido, Felipe, natural de Gran Canaria, estudiante de Derecho. Así empezó una relación que duró toda una vida para ambos.

Al acabar las respectivas carreras, decidieron casarse y venir a vivir a Canarias. ¡Gran cambio para ella, que era toda una chica de Burgos! Después de unos años tanteando distintas ocupaciones, comenzó a trabajar en uno de los laboratorios de Análisis Clínicos de Las Palmas. En 1994 entró a trabajar en el ICHH y en 1996, con la reorganización de los laboratorios, se hizo cargo del Laboratorio de Serología y Bioquímica. Más adelante cubrió el área de Calidad y los últimos años también Producción, tras la baja de Mª José Rodríguez.

¿Cómo era profesionalmente Loli? Una gran apasionada de su trabajo, con una dedicación absoluta a lo que hacía, muy organizada y firme en sus ideas. Perfeccionista en grado sumo, siempre apostó por la innovación tecnológica y la automatización. Para mí siempre supuso un gran apoyo, aunque a veces no estuviésemos de acuerdo.

Tenía un genio castellano atemperado por los muchos años en Canarias. Siempre mostró una cierta candidez y capacidad de asombro en su carácter que yo, malvado de mí, aprovechaba para gastarle bromas.

Cuando le diagnosticaron la enfermedad, ella no se rindió. Estuvo dispuesta a luchar hasta el último momento, sin claudicar. ¡Y encima con esta maldita pandemia! Siempre apoyada por su marido, que quizá descuidó su propia salud. La muerte quiso llevárselo catorce días antes que a Loli.

Eran profundos creyentes, ¡que Dios los tenga en su seno y descansen juntos en paz!