Iñigo Romón Alonso
Servicio de Trasfusión Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander.

La cantidad de plasma trasfundida en España es relativamente modesta en comparación con los concentrados de hematíes, pero representa un importante consumo de recursos por su mayor complejidad. A las medidas de inactivación (tanto fotoquímica como cuarentena) se suman los importantes medios técnicos necesarios para la congelación, conservación y transporte a la temperatura adecuada y finalmente, la descongelación.

Sin embargo, el plasma descongelado puede ser empleado hasta 5 días después de la descongelación. Extrapolando el razonamiento, deberíamos imaginar, al menos como ensayo clínico patrocinado por la SETS, la no congelación del plasma destinado a la trasfusión, de forma controlada.

Mi propuesta es que no se congele un porcentaje de las unidades de plasma, sino que se inactiven y se envíen a continuación, sin congelar, a los servicios de trasfusión. Estos las conservarían y trasfundirían.

Existen varios motivos en los para considerar esta propuesta:

  • Impacto clínico: el deterioro de los factores de coagulación asociado al proceso de congelación y descongelación sería mínimo. En un contexto en el que se promueve la trasfusión de productos más frescos, podría suponer una cierta alternativa a la sangre total.
  • Coste de operaciones: el evitar la congelación de una parte importante del suministro de plasma transfusional liberaría recursos de personal y económicos (congeladores, descongeladores, medios de transporte y conservación específicos). Las averías de los congeladores serán menores y su trabajo menos necesario. El contexto ideal, de hecho, sería un hospital que precisara realizar un recambio plasmático programado, podría recibir el producto fresco sin complicaciones.
  • Practicidad: la cuarentena como estrategia de securización del plasma transfusional es muy compleja dese el punto de vista logístico, y su papel como medida de seguridad está en retroceso ante los avances de la inactivación. Cada vez es menos evidente su superioridad clínica con respecto a la inactivación, por lo que su rentabilidad económica (discutible, si analizamos los costes logísticos) no es un factor tan trascendente de cara a su uso.
  • Accesibilidad: la no congelación de plasma permite tener siempre una reserva de plasma lista para su uso clínico. Esta es una práctica cada vez más extendida, y de este modo se expandiría su uso.


La caducidad de productos es el problema fundamental de la no congelación del plasma. Quienes acepten participar en esta actividad, deberán practicar un control estricto de los stocks para minimizar las pérdidas. En nuestra experiencia con plasma descongelado mantenido 5 días en refrigerador, la caducidad es mínima y la rapidez en la atención compensa con creces la pérdida de productos.

Evidentemente, no se trata ni es posible abandonar la congelación de plasma transfusional. La demanda de plasma transfusional es mucho más imprevisible que la de hematíes, por lo que los hospitales, sobre todo los que practican procedimientos donde se emplea plasma (cirugía cardiovascular, recambio plasmático, trasplantes), no deberían prescindir de sus stocks de plasma congelado.

Los  Servicios de Trasfusión que emplearan este tipo de producto / servicio, deberían cumplir algunas condiciones:

  • Trasfundir plasma de manera regular, para evitar caducidades innecesarias. Los candidatos ideales son los hospitales que trasfunden plasma.
  • Calcular el consumo medio diario.
  • Acordar con su Centro de Trasfusión las características del envío de este tipo: frecuencia de los envíos, días de la semana a enviar, cantidades, grupos sanguíneos, en función de sus patrones de consumo.
  • Mantener una reserva de plasma congelado suficiente para la atención de emergencias.
  • Realizar un seguimiento continuado de la eficacia y eficiencia del proceso.

Los Centros de Trasfusión que proporcionaran este producto / servicio deberían adaptar sus rutinas de trabajo, creando rutas separadas (no sólo físicas, sino informáticas, etiquetados diferentes, etc.) para los distintos tipos de plasma e igualmente llevando un control estricto del stock no congelado para minimizar las pérdidas.

Una de las virtualidades de este proyecto es que se puede suspender de forma inmediata sin daño para el sistema ni consumo de recursos (más allá del cambio organizativo), no siendo necesaria la adquisición de material.

El ensayo clínico podría estar patrocinado por la SETS y estar abierto a todos los Centros y Servicios que lo desearan y cumplieran los requisitos. Un  año podría ser el plazo adecuado.

El camino de la SETS  como sociedad científica promotora de investigación podría empezar por aquí.